Naturaleza y niños, ese binomio perfecto donde los sentidos y el ritmo vital de los más pequeños son respetados, donde sus necesidades de aprendizaje son satisfechas y donde su desarrollo puede darse plenamente.

Para los niños y las niñas, la naturaleza es un parque de atracciones, un espacio donde conectan con ellos mismo, con otros y con el medio de una forma natural y sana. Como dice Catherine L’Ecuyer, autora del libro Educar en el Asombro, “la naturaleza es una de las primeras ventanas de asombro del niño. Una excelente herramienta que se amolda a cada niño y niña y a su etapa de desarrollo, ofreciendo las respuestas idóneas a sus necesidades de aprendizaje.»

La rutina diaria, el desarrollo urbanita y el avance tecnológico están deteriorando esta pareja perfecta. Millones de niños y niñas pasan la mayoría de su tiempo en espacios cerrados, condicionados a un diario vivir y sentados más tiempo frente a una pantalla que jugando al aire libre, trepado árboles, saltando charcos o explorando. De hecho, salir de la ciudad o de un espacio artificial se ha convertido para la mayoría de las familias en algo esporádico y excepcional.

Todo esto lo demuestra un informe realizado The Kaiser Family Foundation, el cual señala que los niños entre los 8 y 18 años pasan aproximadamente 60 horas a la semana relacionados con algún tipo de medio electrónico. Esto representa más horas de las que los padres trabajan a tiempo completo durante el mismo periodo. Recientes estudio publicados en el libro “The Last Children in the Woods” (‘El último niño de los bosques’) escrito por Richard Louv, señalan que la falta de contacto con la naturaleza desencadenan problemas como el déficit de atención hiperactiva y algunos problemas de aprendizaje y de obesidad.

El autor denomina este “mal” como el “Síndrome de déficit de naturaleza” pero ¿en qué consiste este trastorno? Según varios expertos el “síndrome de déficit de naturaleza” es uno de los males del siglo XXI. El estar más conectados a la tecnología y más desconectados de la naturaleza esta provocando que niños y niñas sufran este trastorno, cuya característica más evidente es una inadecuada relación entre ellos y el entorno, y todo lo que conlleva: paseos, deporte, evasión…

El Síndrome de déficit de la naturaleza está dando lugar a la aparición de un movimiento que plantea la necesidad de ese contacto directo naturaleza e infancia, seguido por educadores y padres.

Efectos positivos de la naturaleza para la infancia

  • Niños saludables

Muchos expertos coinciden que el contacto de los más pequeños con la naturaleza previene que enfermen, tienen mejor concentración y autodisciplina, mejor coordinación física, equilibrio y agilidad, son más imaginativos, tienen más habilidad para divertirse y colaborar en equipo, son más observadores y muestras más capacidad de razonamiento.

  • Niños más seguros de sí mismos

El contacto con la naturaleza mejora la salud, la capacidad de atención, el desarrollo motor y cognitivo, la autonomía, la seguridad y la adquisición de valores.

Jugar al aire libre ofrece un sinfín de oportunidades para que los peques valoren riesgos, sus posibilidades de éxito y les genera confianza de que son capaces de hacer lo que proponga.

  • Niños más inteligentes y emocionales

El contacto con la naturaleza estimula las neuronas, las emociones y su aprendizaje. Los niños que se pierden ese contacto con la naturaleza pierden importantes espacios de desarrollo cognitivo y emocional, pierden capacidad de exploración, de creatividad, de destreza para la resolución de problemas.

  • Niños en movimiento

El contacto con la naturaleza incide en niños más despiertos y con más movimiento. La neurociencia ha demostrado que la naturaleza tiene repercusión en el número de conexiones neuronales y favorece la organización cerebral rica y variada, una mayor plasticidad, favoreciendo el desarrollo intelectual y el aprendizaje cognitivo.

Los niños que mantienen un contacto continuado con el campo son más equilibrados, ya que uno de los muchos beneficios de la naturaleza es el de mejorar las habilidades motrices. Tener que sortear piedras en el camino, subir rampas, caerse, levantarse mejora las habilidades motrices de los niños y el olvido de la palabra “aburrimiento”.

  • Niños más creativos

Al no existir juguetes artificiales en la naturaleza, se obliga a los pequeños a crear juegos y construir juguetes y diversión a partir de sí mismos.

En este entorno siempre encontrarán algo que les motive como palos convertidos en espadas, tierra convertida en chocolate, troncos convertidos en coches…

Aportaciones de la naturaleza en las diferentes etapas de la infancia

  • Antes de los 6 años

Antes de los seis años las principales aportaciones del contacto con la naturaleza son la exploración sensorial, el enriquecimiento y el control de movimiento, la mejora del autocontrol y de la capacidad de enfocar la atención y el respeto.

  • Entre los 6 y los 12 años

Entre los seis y doce años, la naturaleza permite a los niños a aprender a razonar, a sentirse bien con ellos mismos, a relacionar y a observar.

  • En la adolescencia

Y en la adolescencia ese contacto contribuye a formar a la persona social, a ejercitar su responsabilidad, libertad y autonomía y les proporciona seguridad.

¿Por qué la naturaleza es un gran recurso pedagógico?

Si ese contacto se aprovecha en contextos educativos -aulas de naturaleza, granjas escuelas, etc.- los espacios naturales se convierten en un gran recurso pedagógico para educar la percepción de los niños y niñas y hacer que aprendan a discriminar, a categorizar y a ordenar la información, a establecer vínculos afectivos con la naturaleza y los seres vivos y a desarrollar sentimientos de respeto y de protección del medio ambiente.

Numerosos estudios demuestran que niños y niñas necesitan un contacto asiduo con la naturaleza para su bienestar global.

Frances E. Kuo, directora del Landscape & Human Health Laboratory de la Universidad de Illinois (USA), lleva estudiando desde hace más de una década la relación directa entre la naturaleza y la salud. Según Kuo “un paseo por el parque es más que una buena manera de pasar la tarde. Es un componente esencial para una buena salud.

Una buena forma de disfrutar en familia de la naturaleza no es realizar grandes viaje ni largas excursiones, basta con desplazarse hasta el lugar adecuado y juntos observar las plantas y los insectos, recoger hojas, lanzar piedras al río o convertir troncos y ramas en divertidos juguetes e incluso trepar un árbol o revolcarse por el suelo.

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